HISTORIA DE UN AMOR PLATÓNICO
Jak salió del despacho del jefe
médico, se dirigió hacia su pabellón, a pasos agigantados que él casi no podía
hacer debido a su cojera. Iba muy enfadado, al entrar se encontró con Marlene,
la quiso esquivar pero ella lo cogió del brazo, preguntándole qué le pasaba.
Él no quería decirle nada, ella le insistió, pero él no estaba dispuesto a
decir nada, ella lo dejo marchar porque la llamaban de la
enfermería. Jak llegó a su habitación abrió el armario,
saco la poca ropa que tenía guardada, la echó encima de la cama, y busco
una bolsa o maleta para llevársela. Descubrió que todo lo que tenía estaba roto
o quemado por el incendio, y se sentó en la cama maldiciendo su suerte; estando
cabizbajo no se dio cuenta de que había entrado el jefe médico, este le tocó en
el hombro y le dijo: amigo aquí te traigo los periódicos para que sepas a lo
que te enfrentas. Así podrás defenderte de toda esa gente que quiere tu cabeza.
Gracias, le contesto Jak, pero es inútil ya me han juzgado y sentenciado, a lo
que el médico le contestó: yo pensaba que tenía un luchador valiente, pero veo
que usted ya está muerto. Jak lo miró fíjamente, ¿qué quiere decir con
eso? Su madre ha estado aquí muchas veces preguntando
por su hijo, arriesgó que su padre se enterara y la echara de casa, le ha
traído toda su ropa, también dinero para que usted luchara por su
dignidad y usted ¿Qué va hacer?, ¿Tirarlo todo?, ¿Esconderse? Usted decide.
Marlene fue a la habitación de Jak
para ver como estaba, lo encontró ojeando un sinfín de periódicos, se quedó
sorprendida y le preguntó ¿Qué pasa? Él le dio varios periódicos y le
dijo: lee lo que dicen de mí. Ella le
contestó que ya sabía lo que ponían los periódicos, entonces él se levantó
de golpe diciéndole: si lo sabías ¿por
qué no me dijiste nada?, porque eso no iba bien para tu recuperación -le dijo
ella-. ¿De qué me sirve mi recuperación si voy acabar en una cárcel? –contestó
él-, ella le replicó: todavía nadie ha
dicho que tú seas culpable de nada. Yo no estoy tan seguro de eso, yo di la
orden de que entraran. Sí afirmó ella, pero coaccionado por tus jefes. Sí, eso
es así, pero ellos nunca lo van a reconocer. Por eso lo que tienes que hacer,
es buscarte un buen abogado y a ser posible que no esté en la influencia de
Londres. Yo no conozco a ninguno. No te preocupes tu madre ya te ha buscado uno
que te va a negar que lo haya contratado
ella, o sea, que dedícate a recordar
todo lo que pasó porque ahí puede estar tu suerte. ¿Mi madre lo ha
contratado? preguntó Jak, ¿por qué? ¿Para lavar su conciencia? A lo que Marlene
contestó: es la única persona que no te
ha dado la espalda de tu familia, creo que tendrías que hablar con ella o por
lo menos con el abogado que te ha buscado. Tú sabes perfectamente que si tu
padre se entera de que te está ayudando, lo va a pasar muy mal. Deberías darle
una oportunidad, por lo menos deja que se explique, no tienes nada que perder.
Él se quedo pensativo, nunca había recibido una sola caricia de su madre, nunca
se preocupo por él, ¿a qué venía ahora ese afecto hacia él? No entendía nada de
lo que estaba pasando. Marlene le miraba fijamente. Quería abrazarlo pero
no se atrevía, lo veía muy confuso, no sabía cómo hacer para ayudarlo, su
corazón sufría de ver que él lo daba todo por acabado, que no iba a luchar, que
su vida se acabó en aquel fatídico incendio.
Marlene se armó de valor y le
preguntó si sentía algo por ella, o solo era una enfermera más del
pabellón. Él la miro con los ojos medio
cerrados, y le dijo: tú eres la persona que me ha devuelto a la vida. Entonces
ella le preguntó: ¿y qué vas a hacer con ella, la vas a enterrar entre estas
cuatro paredes? Jak le puso la mano sobre el hombro, diciendo: para
mí ya no hay vida fuera de aquí, ya se han encargado de que no pueda salir.
Ella enfurecida le dijo: ¿dónde están las cerraduras que impiden que
salgas? ¿ De qué sirvió todo el trabajo de estos meses, para que tú te
rindas sin más? ¿Ese es el orgullo que quieres defender?, ¿Ni siquiera eres
capaz de defender a tus compañeros y honrar a los que murieron? ¿Dónde están
tus agallas, tú, que has sido su mando más inmediato?.. No mereces ni que te
cuiden, estás ya muerto y a los muertos se les entierra. Enhorabuena, has conseguido ser un muerto en vida; ya no me
necesitas. Se fue corriendo hasta su
habitación y se echó llorando en la cama, hasta que se le secaron las lágrimas.
A la mañana siguiente, se levantó, se arregló, desayunó y se fue para su sitio
en el pabellón. Se concentró de lleno en su trabajo hasta que el jefe médico
le informo que Jak había salido por la noche. Ella le dijo que no le
interesaba nada sobre él; prosiguió diciéndole que le encontraron borracho en
la carretera, y que se había querido tirar delante de un automóvil. Entonces
levantó la cara preguntando: ¿está bien? ,
a lo que le respondió: magullado
más en su ego que físicamente. Ella se pasó las manos por las mejillas disimuladamente
para secar sus lágrimas, diciéndole a su jefe: no sé que puedo hacer por
él; ha perdido las ganas de luchar, quiere morirse. Usted mismo acaba de decir
que se ha querido suicidar, ¿qué más necesitamos para encerrarlo de por vida?….
El doctor pasó su brazo por encima de los hombros,
sacándola del pabellón cariñosamente, y la invitó a sentarse en un banco del
jardín. Una vez sentada le pidió disculpas por el atrevimiento de haberla
cogido de esa manera, y acto seguido le dijo: Marlene, eres una buena
profesional, pero te falta aprender de la vida. Eres muy joven, de ahí tu
inexperiencia. Tú sabes que soy psiquiatra, por tanto mi campo son los
comportamientos humanos y las enfermedades mentales; tú crees que una persona a
la que han calumniado, hundido,
pisoteado, mancillado, al que su propia familia
ha dado la espalda haciéndole
renunciar a sus propios apellidos, solo por seguir teniendo un estatus en la
sociedad ilustre de este país, puede seguir luchando solo contra esta sociedad
manipuladora? ¿Tú lo crees? Pienso que deberías estar a su lado ahora más
que nunca, hacerle comprender que estás con él, que tiene que luchar, que la
lucha va a ser fuerte y puede perder. Vas a decaer muchas veces, pero tienes
que ser dura inflexible, piensa que a veces te aborrecerá, pero al final el
amor lo curará todo. Yo siempre estaré a tu lado en lo que necesites,
medicinas, ropa, dinero, pero él nunca deberá saber que yo lo ayudé. ¿Qué me
dices Marlene? Ella lo miró fijamente a los ojos, con cara de
estupor, diciéndole ¿usted cree que yo puedo hacer lo que me pide, cuando
él no quiere saber nada de luchar, ni de vivir? Amiga no hay
peor ciego que el que no quiere ver, no te das cuenta que lo que ha hecho es
para llamar tu atención, porque pensaba que no te volvería a ver. Lo que tienes
que hacer es ir a curarle y lo demás ira viniendo por sí solo. En tus manos está
el futuro de ese hombre. Ve, demuestra que tú eres su salvación, o por lo menos
su esperanza. Sé que lo puedes hacer y además con éxito.
Pasaron los días, los meses, Jak se
sentía arropado. Marlene era su sombra, habían buscado el abogado que
secretamente la madre de él le pagaba, estaban preparando su defensa, tenía ilusiones
pues el Letrado le daba confianza. Veía que era cauto pero tenaz, con ganas de
que aflorara la verdad, lo estudiaba todo con detalle, no dejaba nada al
azar, y eso les daba un plus de confianza para seguir luchando. Ya solo
quedaba una semana para el juicio, habían comprado ropa para que fuera a la
vista correctamente vestido, como decía el Abogado, ni muy elegante, dando
sensación de opulencia, ni mal vestido dando sensación de harapiento. Lo
justo, pues había que cuidar las formas ya que él tenía un alto cargo y no
podía dejar el menor resquicio de que en los últimos meses estaba en un
Sanatorio Mental. Debía mostrarse lo más
normal posible, con todos sus diálogos aprendidos. No tenían margen para
rectificaciones, no se podía permitir fallos, pues eran el centro de todos los
debates. Los periódicos iban caldeando el ambiente….
Marlene le cuidaba con un mimo
exquisito, sabía que gran parte del éxito dependía de cómo él afrontara el
reto. Le decía como moverse, o hablar, nunca con prepotencia sino con humildad
y siempre mirando a los ojos del que le hablara demostrándole su sinceridad